En la entrevista a un reconocido presentador de una cadena internacional le escuche cuando dijo: "prefiero invertir en experiencias que en pertenencias" y esto me llamó poderosamente la atención en el sentido que muchas veces los seres humanos nos dejamos llevar por todas las posesiones materiales sin interesar lo que tengamos que hacer y no nos damos cuenta que hay asuntos más importantes y de trascendencia suprema.
¿En qué estamos invirtiendo? ¿Invertimos en experiencias de bien, crecimiento espiritual, vida eterna, o invertimos en pertenencias materiales, propiedades y vanidades? Recuerdo algo que leí en el libro de Mateo 6:20 que dice: "sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan". Dios en su Palabra nos recomienda donde debemos hacer tesoros, en que debemos invertir y la razón de esa recomendación. Es que cuando invertimos en experiencias espirituales, en el cielo estamos seguro que allí no tenemos perdida, ya que hay inversiones aquí en la tierra que obtienen perdidas antes que ganancia. Se corren riesgo aquí, los cuales en el cielo no se exponen, ya que hay plena seguridad en la ganancia total. Nuestras acciones deben ir apuntando a lograr las cosas de arriba antes que las de abajo, en Dios hay seguridad de victorias que el mundo nunca puede dar. Si es cierto que aquí estamos predestinados a ser felices, pero incluso esa felicidad es pasajera, debido a que es el cielo donde seremos perfecta y eternamente felices.
Puestos los ojos en Jesús y no en lo material, puesta nuestra mirada en el cielo y no en la tierra, completamos nuestro peregrinar en el cumplimiento de la voluntad eterna del Creador, quien nos lleva de victoria en victoria y de triunfo en triunfo. Jesús les dijo: "Si quieres ser perfecto, anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme". (Mt 19:21) No se si quedó claro un cuestionamiento que hace el Señor, donde expresa "Si quieres ser perfecto", notemos que luego se habla de una serie de acciones que conllevan despajarse de algo y avanzar con Cristo. Muchos de nosotros tenemos que despojarnos y avanzar, pero primero debemos entender que las pertenencias de este mundo no permiten que seamos elevados en un nivel de comunión con Dios e impulsarnos al cumplimiento de una vida cercana al Todopoderoso Dios, con las consecuentes victorias y alegrías.
El apóstol Juan en el libro de Apocalipsis escribió, bajo inspiración divina: "Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico..." (Ap 3:18) Notemos algo bien claro aquí sobre el interés que tiene el Señor en que nosotros seamos ricos, pero si advierte que el oro no es el que compramos aquí en la tierra, porque el que tiene ese oro ya refinado en el fuego es Dios, no el hombre. Yo no quiero nada del hombre, quiero de Dios, este debe ser nuestro principio. Muchos quieren ser ricos, pero dependiendo del hombre y no de Dios. Eso es lo que invita este versículo a depender de Dios, a poner la confianza en quien nos salvo y rescató.
Dios les continúe bendiciendo,
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