Me
llamó la atención hoy, cuando leí la Palabra de
Dios en Proverbios 17:3, el cual dice: “El crisol para la plata, y la hornaza
para el oro; pero Jehová prueba los corazones.
Un crisol de fundición es un recipiente que se usa para la producción de
metal. Los crisoles están hechos de arcilla, aluminio, grafito y carburo de
silicio. Son extremadamente resistentes al calor y no se derriten bajo las mismas circunstancias que el metal
que se intenta fundir. Es un instrumento resistente al calor, igual que el horno.
La Palabra es esta parte coloca el crisol y el horno como instrumentos para
fundir la plata y el oro, los cuales deben ser fundidos, lo que implica
calentar y reducir la mena mineral para obtener un metal puro. Aquel agente
reductor es el carbono (o el monóxido de carbono generado a partir de él) saca
el oxígeno de la mena de los óxidos (o el azufre, carbonato, etc... en los
demás minerales), dejando el metal en su forma elemental. Tremendo proceso
verdad?.
Bueno, que tal si les digo que nosotros necesitamos crisol u horno, quizás con las
mismas funciones. Nuestro horno es Dios Jehová, quien con su poder calienta y
reduce la mena mineral de nuestras vidas, para convertirnos en metal puro,
precioso y especial. “Pero Jehová prueba los corazones”, así nos dice el señor
en su Santa Palabra, dándonos a conocer que es en Él como obtenemos lo mejor de
nosotros. En Dios somos convertidos en mejores personas. Quizás lleguemos a
Dios llenos de tantas cosas, pero en el contacto del fuego de Dios es como nos
transformamos en luz en medio de la oscuridad, instrumentos en sus manos.
Jehová
es nuestro horno. El fuego será potente, el proceso dolerá un poco, vendrán momentos
duros, pero al final saldremos transformados. Déjate tocar por Dios y verás los
resultados.
Dios
te bendiga
@Letras_bendic
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